Monday, December 19, 2005

Los Burdos

Este post seguramente traerá muchos recuerdos a quienes escuchaban No Necesariamente Radio y Burdolandia 2000.
Para los que quieran deleitarse, solo pueden hacer click acá.
O acá.
Disfrútenlo.

Saturday, December 10, 2005

San Pugliese

Gardel, Pugliese y el Che.


¿Alguien se imagina un santo ateo y comunista?. Bueh, existe y hace milagros. Es Don Osvaldo, el autor de La Yumba, es Pugliese.
Nació hace cien años, un 2 de diciembre de 1905 en el porteño barrio de Villa Crespo. Sus primeros pasos musicales los hizo de la mano del maestro Antonio D´Agostino para luego estudiar nada menos que con el maestro Vicente Scaramuzza.
Este viejito, al que tuve el placer de verlo en el Club Cipolletti hace veinte años era todo un ejemplo de vida.
El maestro Pugliese siempre estuvo identificado con el ideal comunista; lo cuál le trajo presiones de todo tipo y en muchas ocasiones hasta la propia cárcel, hecho realmente incomprensible durante gobiernos democráticos.
Cuando Don Osvaldo estaba detenido, su orquesta continuaba cumpliendo con los compromisos artísticos, pero sobre su piano que nadie ejecutaba se destacaba una rosa roja como símbolo de su ausencia-presencia, pero sobre todo como un mensaje de reflexión a los intolerantes que lo perseguían.
Leyendo una nota de Hernán Firpo en Clarín confirmé un mito urbano.... Don Osvaldo es San Pugliese. Y tiene estampitas y una oración:
"Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos deje en silencio mirando un bandoneón sobre una silla".
Muchos músicos argentinos, sobre todo los rockeros, le rezan a Don Osvaldo, o cuando suben al escenario repiten fervientemente "Pugliese, Pugliese, Pugliese".

Monday, December 05, 2005

El mercader de Venecia y la Justicia

Al Pacino, brillante en el papel de Shylock, el mercader judío.

Enmarcada en la Venecia del siglo XVI, esta eterna comedia dramática de Shakespeare resigue el destino y la fortuna de un grupo de nobles cristianos y de su relación con el prestamista judío Shylock.
Antonio acepta dinero prestado de Shylock para ayudar a su joven y arruinado amigo Bassanio a conquistar la mano de la bella Porcia.
Enojado por los insultos que le profiere Antonio, Shylock deja muy claras las condiciones que se deberán cumplir en caso de que aquél se demore en el pago del préstamo.
Cuando los negocios de ultramar de Antonio se van al traste por culpa de una tormenta, Shylock se enfurece todavía más pues su hija se ha fugado con el noble Lorenzo.
Al no devolvérsele el préstamo, Shylock reclama que se le resarza con una libra de carne del propio Antonio. Cuando, con desespero, Bassanio trata de evitar este destino reservado a su amigo, sobreviene la ayuda milagrosa de alguien inesperado.
Hasta aquí la sinopsis descafeinada de la crítica.
Pero ahora vamos a la lectura entrelíneas de la peli.
Uno a simple vista se enamora de Shylock, el personaje que hace Pacino, precisamente porque lo interpreta Pacino.
Cuando Antonio, Bassanio y la bella Porcia se complotan contra el mercader de Venecia, a uno le agarra como una bronquita, porque el Estado opera una vez más contra un pobre ciudadano, quien encima, era de segunda por su condición de judío.
Pero hilando más fino, ya me desprendí de la empatía hacia Pacino y me puse a ver las cosas a la distancia.
Y me pareció fabuloso que a Shylock lo trataran como lo hicieron, porque no hay nada peor que un usurero. Me pareció un verdadero acto de justicia, que él nunca la tuvo con sus deudores.