Saturday, September 10, 2005

La traición de Yahoo!


PEKIN.- Hay cuarenta periodistas "ciberdisidentes" en las cárceles de China continental, y el infortunado Shi Tao es el último en ir a dar con sus huesos a prisión. Shi cometió el "pecado" de escribir un mail en el que recordaba el decimoquinto aniversario de la represión en la Plaza de Tianamenn, cuando las fuerzas de seguridad oficiales avanzaron sin pruritos y con tanques contra los estudiantes que reclamaban mayor apertura y libertad.
Shi, que además de periodista es un escritor y un poeta de fuste, sólo hizo lo que hizo, envió un mail que comenzó a circular y que circuló más de lo que el partido gobernante podría tolerar. Hay 40 mil ciberpolicías oficiales que rastrean la red a la búsqueda de esos "réprobos" que difunden por Internet información considerada subversiva, y 100 millones de usuarios online en ese país geográfica y demográficamente gigantesco.
Lo cierto es que detectado por la ciberpolicía, el mensaje de Shi, desencadenó la acción de la férrea "Justicia Popular" que ipso facto ordenó a la empresa Yahoo! , con sede en Hong Kong, que proveyera la información exacta respecto del autor. Específicamente se solicitó la dirección personal de la cuenta de e-mail, o lo que se denomina IP, la dirección desde donde se envían los mensajes.
El 30 de abril de este año, Shi fue condenado y hace 48 horas la organización Reporteros sin Fronteras denunció el caso como un nuevo ataque contra la libertad de prensa en ese país. Pablo Boscowski, experto en medios de comunicación de la Northwestern University de Chicago, encuadró el tema dentro de un espectro macro: "Las nuevas tecnologías globales generan precisamente fricciones, o situaciones vagas, entre la presencia global que tienen y las legislaciones locales, nacionales a las cuales están atados".
Si para la legislación china, lo que hizo Shi es un crimen, la empresa Yahoo! no tiene otro remedio que la de proveer la información que se le solicita puesto que se trata de una orden legal. Lo concreto es que Shi, está en la cárcel, según una resolución de la "Justicia Popular" de su país, por proveer "de manera ilegal secretos de Estado hacia el exterior". Reporteros sin Fronteras denunció el hecho, pero ni esta denuncia ni los desesperados pedidos de piedad de la madre de Shi Tao han tenido efecto todavía.

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